En el año 1996, yo me encontraba en plena explosión de diversión, rock, grunge, fiesta, rutas, electrodance, vamos, que tenía dinero en el bolsillo y cero preocupaciones y menos responsabilidades. Por ese tiempo, para mí, el flamenco era una mera representación del folclore andaluz, ni siquiera me parecía que llegara a ser un patrimonio artístico de nuestro país, menos aún de la humanidad, como de hecho es ahora, y además, era la música que escuchaba mi padre, con las connotaciones negativas que eso suponía a la hora de hacerme una idea sobre este tipo de música, yo y mi mundo eramos la libertad, el desfogue, lo actual, lo alternativo, y el flamenco representaba, lo antiguo, lo establecido, lo cutre, el "tipical hispanis", vamos, en definitiva, qué no existía!!!!. Hasta que de repente, en una fiesta, no sé ni dónde ni porqué, suena un lamento con una reverb infinita, con unas guitarras eléctricas desgarradoras de fondo,un bombo que golpea como si el corazón de la canción estuviera en tu cabeza y luego, una voz, clara y contundente, el tema sigue con mil variaciones y texturas acústicas durante diez minutos, el tema se llama Omega, del disco Omega de Morente y Lagartija Nick. Ese momento, esa canción, ese disco, hizo que cambiara toda mi percepción sobre el flamenco, fue como si me quitaran de golpe los cien mil velos invisibles del prejuicio, y el flamenco entro en mi vida, luego llegaron otros, fruto de la indagación, el gran Camarón, Paco de Lucía, El Pele, Carmen Linares,José Mercé, El Cigala, Mayte Martín, Poveda, etc..., todos grandes, pero mi dios, mi iniciador, el que me adentro en este mundo tan complejo y la vez tan simple y emocionante del flamenco, será por siempre el gran ENRIQUE MORENTE, gracias Morente por hacerme descubrir el flamenco. Descanse en paz.
